—Siéntese, por favor, y charlaremos formalmente.
—No creo que pueda —dijo ella casi susurrando.
—¿Por qué no?
—Porque cada vez que lo miro me acuerdo de cómo me abraza.
Y la fuerza de su risa llegó directamente al corazón de él.
Y antes de juntar la ropa dijiste: 'ni se te ocurra soñar conmigo...'
No permitas que nadie diga que eres incapaz de hacer algo, ni si quiera yo.
- Esto es una locura.
- Entonces, si es una locura, quiero compartirlacontigo - Susurró...