-Sabes que te quiero.
-Y tú sabes que desearía que eso fuera suficiente.
-Aquí no se puede fumar
-¿Y porqué han puesto un cenicero?
-Es un cuenco...
-Lo han puesto aquí solo para chincharme.
-¿Entonces qué? ¿Me odias?
-A tí no, pero odio cómo te cae el pelo en la cara, y odio cómo bajas la voz cuando te pones muy serio, y odio cómo te muerdes el labio cuando estás nervioso, y cuando tus cejas hacen así, eso odio.
-¿Es eso? ¿Odias mi modo de andar, de hablar y mi aspecto?
-No, ¿Recuerdas el truco mental del jeday? ¡Lo odio!
-Nunca renuncies a mí.
-No lo haré, pero te vas a arrepentir mucho de haberme fallado. Porque te lo voy a hacer pagar durante mucho tiempo. Pero primero te acercarás a mí lentamente, rodearás mi cintura con tus brazos, a la de una, dos... y ahora a bailar.
Todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero es muy importante que lo hagas, por que nadie más lo hará. Es como cuando alguien entra en tu vida y una parte de ti dice: "no estás mínimamente preparado para esto"; pero la otra parte dice: "hazla tuya para siempre".








Es hora de equivocarse & tomar el tren incorrecto.
¿Hacía falta romperme el corazón de esa manera?
—Siéntese, por favor, y charlaremos formalmente.
—No creo que pueda —dijo ella casi susurrando.
—¿Por qué no?
—Porque cada vez que lo miro me acuerdo de cómo me abraza.
Y la fuerza de su risa llegó directamente al corazón de
él.

                                                 Y antes de juntar la ropa dijiste:
                                                 'ni se te ocurra soñar conmigo...'
No permitas que nadie diga que eres incapaz de hacer algo, ni si quiera yo.
-   Esto es una locura.
-   Entonces, si es una locura, quiero compartirla contigo - Susurró...
Estoy perdida en mi mundo...







Buenos valores en cajas grandes te van a dar, saber diferenciar cosas pequeñas que valen mucho más
                                             
que no va a ser fácil, que quizás ni lo logre...
A quien quiero mentirle
Por que quiero fingir que te olvide Trato de convencerme
Que no senti un amor tan profundo y quedaste en el ayer...

Te conozco bien, reconozco tu olor. He estado adicta a ti...
Si al final de esta aventura yo lograra conquistarte...

Perdóname.

Querida mía.
Estás cerca y a la vez estás lejos, ¿qué hice?. Intento saber comprenderte, quiero saber tratarte y alegrarte. Quiero hacerte feliz cada día a tu lado, e incluso si no estuvieras a mi lado de igual modo querría tu felicidad.
Si te he herido, si te he molestado, si no he sabido decir una palabra, si fallé en decirla, si hice daño a tu corazón, si incumplí tu esperanza, si dudé, si no alcancé uno de tus sentimientos, si no fui fiel a tu alegría, ni no supe ahuyentar tu tristeza, si te decepcioné te pido perdón, sólo intenté amarte.
Si me quieres perdonar, si me merezco tu perdón, si me das otra oportunidad, si tienes confianza en mi, sabré merecérmela.
Te pido perdón, y te lo pediré mil veces, y lucharé por ti, y e intentaré no volver a fallarte, y siempre, siempre, te amaré.
Pero si me dices no, será que no te merezco, que no quieres mi amor y que amarte fue un sueño del que ahora despierto con dolor.
Perdóname, tu lo eres todo.

Aplastamiento de las gotas...

Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol. Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.

Maldigo.

Ella maldecía el día que lo conoció, maldecía los momentos en los que estaba con él, maldecía su mirada tan cautivante, maldecía sus labios, aquellos que la besaban sin control alguno, maldecía el tiempo perdido, maldecía su forma de ser, el que ella amaba. Quería odiarlo pero simplemente era imposible. Maldecía aquellas palabras que él le decía, aquellas palabras que le llegaban hasta el alma, maldecía sus promesas, las que ahora quedaron en el olvido. Maldecía su ternura, su amor. Maldecía todo de el, maldecía sus suspiros, sus miradas, sus llantos, sonrisas, y tristezas. Pero sobre todas las cosas maldecía el hecho de que su amor hacia el era mas fuerte que ella misma, la manera en la que hacía que lo amara con locura. Maldecía su amor…

Ella estaba sola...

 --         No me dejes, por favor - dijo Zoey en tono suplicante tomándolo por el brazo mientras sus lágrimas salían sin control de sus ojos.
-         Zoey, entiende, no puedo estar contigo - expuso cabizbaja.
-         Ryan, por favor ¡yo te amo!
-         Pero yo… yo no siento lo mismo de siempre, no te amo como antes, todo cambió Zoey.- Hizo una pausa - no lo hagas mas difícil, entiende, y si en verdad me amas, entonces déjame ir. - dicho esto, Ryan se soltó de la mano de Zoey, y se fue dándole la espalda.
Desde ese momento, al escuchar sus palabras su corazón se partió en miles de pedazos, apreciaba como todo se tornaba oscuro. Se sentía muy dolorida, su corazón dolía. Se sentó con las pocas fuerzas que le quedaban el en frío suelo, y empezó a llorar descontroladamente, no lo aguantaba, el dolor la estaba consumiendo por dentro. Quería que todo lo pasado fuera solo una pesadilla, pero lamentablemente no lo era. En aquella habitación oscura solo se escuchaba su triste sollozo.
 Ryan era todo para ella, su joya mas preciada, su mismo oxigeno, su mejor amigo, el confidente. Zoey lo amaba con locura, mas que a nadie en este mundo, ella podría dar su propia vida por el. Quería en estos momentos que sus brazos la abracen, la besen como el solo la podía besar, de aquella manera tan cautivadora. Pero simplemente era imposible, el no era mas sullo.

Estoy enamorada.

¿Te has enamorado alguna vez? Yo sí... Una. Y ha sido el mejor sentimiento que he tenido en mi vida. ¿No sabes lo que es estar enamorada? ¿No sabes si lo reconocerás cuando lo estés? Sí, lo harás. Te lo prometo... Cuando sientas que se te va la vida esperando el momento de volver a ver a esa persona, cuando creas que el mundo se para cuando estás con él, cuando lo único que te importe es ser feliz junto a él y llegue un momento en el que te importe más su felicidad que la tuya, cuando pienses que todo lo que a esa persona le hace bien a ti también te lo hace, cuando lo veas y sientas mariposas en el estómago...Hay tantos sentimientos relacionados con el amor... Pero, a menudo, tenemos miedo de abrir las puertas de nuestro corazón. Yo soy la primera que tiene miedo... Miedo a equivocarme. Miedo a que sea un capricho. Miedo a sufrir, a no poder dar marcha atrás. Miedo a hacerle daño. Miedo a tantas cosas.Pero hay que ser fuerte, y mirar al frente agarrada de la mano de esa persona tan especial para nosotros.Yo hoy me he propuesto ser valiente, y comenzar a hacer un camino compartido con esa persona porque estoy enamorada.Y soy feliz por ello. Lo demás, sobra.

Dolorosos recuerdos.

El aire fresco jugaba con mi cabello, golpeaba contra mi cara suavemente, era exquisito sentir aquello. Respiré profundamente intentando borrar las imágenes que quedaban de el en mi cabeza, pero era imposible. Cerré los ojos con fuerza evitando que las lágrimas que se estaban formando en mis ojos no escaparan. Quería ser fuerte, pero cuando lo intentaba más débil me volvía, intentaba por lo menos no llorar otra vez en su nombre, pero se me hacía imposible, cuando el se fué se llevó todo de mi.
 Desde aquel día de otoño que se fue y me dejó, mis días se tornaron oscuros y fríos, parecía una pesadilla, la peor que había tenido, me alejé de todas las personas que me rodeaban, estaba tan sola. Pero nada me importaba en ese momento, solo quería aunque sea poder escuchar su voz de nuevo. Me encerraba en mi pieza por horas, no comía, no sabía lo que era la felicidad, ya que todo se borró cuando el se fue. No sonreía nunca, siempre lloraba y no podía parar de hacerlo. Aun recuerdo sus palabras como que si fuera ayer lo sucedido "Entiende, ya no te quiero, no lo hagas mas difícil - adiós-" fue así cuando el corazón se me rompió en mil pedazos...