-Sabes que te quiero.
-Y tú sabes que desearía que eso fuera suficiente.
-Aquí no se puede fumar
-¿Y porqué han puesto un cenicero?
-Es un cuenco...
-Lo han puesto aquí solo para chincharme.
-¿Entonces qué? ¿Me odias?
-A tí no, pero odio cómo te cae el pelo en la cara, y odio cómo bajas la voz cuando te pones muy serio, y odio cómo te muerdes el labio cuando estás nervioso, y cuando tus cejas hacen así, eso odio.
-¿Es eso? ¿Odias mi modo de andar, de hablar y mi aspecto?
-No, ¿Recuerdas el truco mental del jeday? ¡Lo odio!
-Nunca renuncies a mí.
-No lo haré, pero te vas a arrepentir mucho de haberme fallado. Porque te lo voy a hacer pagar durante mucho tiempo. Pero primero te acercarás a mí lentamente, rodearás mi cintura con tus brazos, a la de una, dos... y ahora a bailar.
Todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero es muy importante que lo hagas, por que nadie más lo hará. Es como cuando alguien entra en tu vida y una parte de ti dice: "no estás mínimamente preparado para esto"; pero la otra parte dice: "hazla tuya para siempre".